Método
1 de 6: Limpieza diaria
Limpia tu piel al
menos una vez al día. Si puedes hacerlo dos veces al día, mejor: por la mañana
al levantarte y por la noche antes de acostarte.
Los limpiadores
para la cara y para el cuerpo sin jabón son productos muy cómodos para limpiar
la piel de forma rápida y sencilla.
También puedes
utilizar un limpiador de tu marca favorita especialmente formulado para tu tipo
de piel. Sigue siempre las instrucciones del envase.
Utiliza siempre una
esponja suave o un cepillo facial para no dañar la delicada piel del rostro.
Método
2 de 6: Exfoliación
Exfolia tu piel una
vez a la semana. Por lo general, una exfoliación a la semana será suficiente
para eliminar las células muertas y la suciedad acumulada en la piel, dejándola
en buenas condiciones. Eliminar la suciedad, la grasa acumulada y las células muertas
dejará la piel suave como la de un bebé.
Si tienes la piel
sensible, exfóliatela cada dos semanas.
Exfolia
tu piel de la siguiente manera:
Utiliza un producto
exfoliante. Puedes comprarlo o hacerlo en casa. Algunos ejemplos de exfoliantes
caseros incluyen el exfoliante a base de azúcar y el exfoliante de miel y
azúcar, pero existen muchas otras opciones.
Cómprate unos
guantes exfoliantes para la ducha. También puedes usar una esponja exfoliante.
Si quieres, puedes fabricar tu propia esponja de luffa casera.
Pásate los guantes
o la esponja exfoliante por las piernas, suavemente hacia arriba y hacia abajo,
para eliminar las células muertas y la suciedad. Haz lo mismo para exfoliarte
el torso y la espalda. Hazlo mientras corre el agua de la ducha o dentro de la
bañera.
No presiones con
fuerza; la exfoliación debe ser agradable. No utilices este método para
exfoliar el rostro (consultar las indicaciones específicas para esta zona
abajo). No frotes las zonas sensibles como los pezones y los genitales.
Sécate dándote
toquecitos con una toalla grande. Esto es importante especialmente para secar
la delicada piel del rostro, ya que frotarla puede dañarla. Desliza la toalla
suavemente por el cuerpo y sécalo dando toquecitos las zonas más mojadas.
Método
3 de 6: Aportar un extra de hidratación
Elige un producto
hidratante adecuado para tu tipo de piel y para tu edad. El producto apropiado
para ti irá variando con el tiempo, ya que el cuerpo y sus necesidades cambian.
Por lo tanto, si el hidratante que tanto te gustaba antes parece que ya no
funciona, es posible que sea señal de que tienes que cambiar de producto debido
al envejecimiento. Puedes usar loción o crema.
Aplícate el
producto hidratante antes de salir del baño después de darte una ducha. El
vapor acumulado en el baño ayudará a que el producto se asiente sobre la piel,
con los poros aún abiertos. La piel húmeda absorbe mejor los productos
hidratantes.
Si tienes la piel
sensible, utiliza un producto adecuado para ti. Aunque tengas la piel normal,
los productos formulados para pieles sensibles pueden ayudarte a mejorar su
tacto y su estado, pero tendrás que averiguar por ti mismo cuál es la
hidratante más adecuada para ti probando distintas opciones.
Método
4 de 6: Proteger la piel al aire libre
Utiliza protector
solar cuando salgas de casa. Una de las razones por las que los bebés tienen la
piel tan suave es que nunca se han expuesto a los efectos nocivos de los rayos
UV.
Utiliza sombrero,
camisas o camisetas de manga larga y pantalones largos si hace mucho sol y vas
a permanecer expuesto durante un periodo breve o largo de tiempo.
Método
5 de 6: Rutina antes de dormir
Antes de acostarte,
aplícate hidratante en cualquier zona del cuerpo que quieras suavizar. En las
áreas especialmente ásperas y secas como los pies, las rodillas y los codos,
aplica crema o loción en abundancia antes de dormir. Cuando te levantes al día
siguiente, notarás la piel mejorada.
Para no manchar las
sábanas con el producto hidratante que utilices, puedes ponerte ropa encima. La
ropa, además, ayudará a retener el producto sobre la piel, donde hace falta.
Ponte mallas o pantimedias (para cubrir las piernas), guantes (para las manos),
calcetines (para los pies), etc., y déjatelos puestos toda la noche. Dúchate
por la mañana en cuanto te levantes.
No utilices guantes
gruesos de lana, ya que te darán mucho calor y te harán sudar. Será mejor que
utilices guantes blancos de algodón, disponibles en salones de belleza y en
algunos supermercados.
Método
6 de 6: Productos caseros recomendados
Hazte un
tratamiento exfoliante casero:
Lávate
la cara con agua templada.
Haz un sérum
exfoliante mezclando en un bol los siguientes ingredientes: 2 cucharadas
soperas de miel, 2 cucharadas soperas de azúcar morena y medio limón.
Frótate
la piel suavemente con la mezcla durante unos cinco minutos.
Para que la piel se
ponga aun más suave, deja que el producto actúe durante 10-15 minutos antes de
enjuagarte con agua templada y secarte dando toquecitos.
Prueba a darte un
baño con leche y miel para obtener una piel de bebé de forma lujosa y
relajante. Llena la bañera de agua caliente y añade medio litro de leche, 3
cucharadas de miel (con esta cantidad tu piel no se quedará pegajosa) y una
cápsula de vitamina E.
Consejos
·
Las lociones corporales con manteca
de karité hacen maravillas. La manteca de karité es muy buena para la piel y
ayuda a mantenerla suave, resplandeciente y joven. Prueba a utilizar también
algún producto exfoliante para eliminar suavemente la suciedad y las células
muertas acumuladas en la piel y dejarla lisa, fresca y reluciente.
·
El zumo de limón mezclado con miel y
un poco de leche suaviza la piel. Después de aplicarte esta loción y dejar que
actúe durante 10 minutos, enjuágate con agua fría.
·
Bebe diariamente una cantidad de
agua igual a la mitad de tu peso en onzas. Por ejemplo, si pesas 63.5 kg (140
lbs), bebe 70 onzas (2 litros aproximadamente) de agua al día. De esta forma,
mantendrás la piel hidratada desde el interior.
·
Añádele un puñado de azúcar (mejor
si es azúcar moreno) a tu loción favorita y mézclala bien. Frótate la mezcla
suavemente sobre la piel seca y después pásate una toalla.
·
El limpiador suave, de pH
equilibrado y sin jabón es mejor, ya que el jabón puede resecar la piel y a
veces contiene muchas sustancias químicas que pueden resultar dañinas.
·
La piel no se acostumbra a los
productos. Si eso fuera cierto, también nos acostumbraríamos a las verduras y a
las frutas, y nunca obtendríamos las vitaminas y los nutrientes necesarios para
alimentarnos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario