Hay
quien piensa que en cuestión de relaciones íntimas no debe haber fronteras o
límites. Por ejemplo, en algunas publicaciones en las que se aconseja sobre
cómo mejorar las relaciones maritales, se abordan solo temas como juguetes
sexuales, sexo-servicios, posiciones, lencería, etcétera.
Por lo general esas
páginas se enfocan únicamente en el mero aspecto físico de la relación íntima,
que muchas veces maneja, de manera implícita, que uno o su pareja debe tener un
cuerpo perfecto, o que se deben experimentar de continuo nuevas posibilidades
de placer.
A ello respondo con una cita de Anaïs Nin: “Los placeres insanos
quitan el gusto a los sanos”. Si me permites compartirte algunos consejos para
mejorar las relaciones íntimas con tu esposa, serían estas:
Acaricia
Todos
amamos a nuestra esposa y la acariciamos con ternura. Pero hay que tener
cuidado de no solo darle palmadas en la espalda, como se acariciaría a la
abuela. Debe haber una intención en la caricia, por algo las zonas erógenas de
la mujer abarcan casi todo su cuerpo. Estudios demuestran que la oxitocina,
conocida como “la hormona del amor”, se libera principalmente con el tacto. Y
mucho ojo: en este momento no hablo solo de tu esposa: el abrazar, el
acariciar, el besar: el contacto físico es la base del apego, de la atracción,
del amor entre los mamíferos: esposa, hijos, padres... vaya: hasta con nuestra
mascota. De hecho, algunos científicos tratan de hallar la píldora de la
fidelidad. En buena medida, ésta se halla en las caricias que damos a, y
recibimos de, nuestra pareja. La pareja que se acaricia con ternura desarrolla
fidelidad el uno por el otro.
Admira a tu esposa
El
erotismo está en la mente, no en el cuerpo. Siéntete privilegiado de tener el
singular honor de complacer a tu esposa.
Expresa tus deseos y escucha
los suyos
Es
fundamental que aprendas a comunicarte con tu esposa con respecto a lo que
anhelas o deseas, así como de aquello que no quieres que haya en sus relaciones
sexuales. Si no hay comunicación en ese punto, si el pudor o el miedo al
rechazo puede más que el deseo de satisfacción, el resultado será una GRAN
frustración. Es vital que si alguno de los dos ve la intimidad como algo
prohibido, malo, sucio, elimine esos conceptos de su mente, o esa relación
acabará por desaparecer. Ahora, tres reglas en cuanto a ese tipo de
comunicación: # 1. Tenerla en el momento adecuado. No hagas esas sugerencias
cuando ya están en la cama. No se vale que a mitad del escarceo alguien diga,
“Hay algo que quisiera que cambiaras”. Es un tipo de charla que requiere
preparación del terreno –cuando ambos estén de buen humor– y tocar, además, el
tema con cuidado. 2. No critiques la manera en que tu pareja hace el amor.
Conozco algunos casos en los que una mala crítica o la burla de una esposa
provocó tal vergüenza en el esposo que, por mucho tiempo, no pudo tener una
erección. Pocos golpes pueden ser tan duros a la autoestima que los que se
dirigen en este sentido, así que, mucho cuidado con las palabras. 3. Acepta un
“no” como un mandamiento. Si tu esposa considera humillante, indigno o pecaminoso
algún deseo tuyo, dialógalo con un sincero deseo de entender. Si tu pareja se
sigue sintiendo incómoda, bórralo de tus anhelos. Nunca presiones u obligues a
tu pareja a hacer algo que ella no desea hacer.
Cuida tu aspecto físico
No
solo procura mantenerte en forma haciendo tanto ejercicio como puedas, incluso,
junto con ella, sino también la manera en que vistes: si estás siempre de
playera y pants, si hueles a sucio, o eres desaliñado, es muy difícil que tu
pareja pueda sentir atracción por ti. Busca en todo momento ser un atractivo
visual para tu pareja. No, no para otras mujeres: para tu pareja.
Disciplínate
Hecho
indiscutible: el amor tiene un aspecto volitivo. No se trata de “tener ganas”
de tener relaciones íntimas, sino de iniciativa, de propiciarlo, de buscar
generar placer en la esposa, por el bien de ella, de uno mismo, de la relación.
Sé espontáneo
Nuestro
cerebro es “flojo”. Le encanta crear rutinas para evitar esfuerzo, y eso lleva
a la monotonía. No enciendas el piloto automático en tu casa con tus hijos, en
la relación con tu esposa, bajo las sábanas. Sé creativo incluso en las más
pequeñas cosas. Sorprende con pequeños detalles a tu esposa. No seas aburrido:
busca siempre ese sexo bueno, limpio, divertido y creativo, que nace del amor y
genera todavía más amor.
Sé romántico con tu esposa
¿Recuerdas
tu primera cita con ella? Lo más hermoso de esa ocasión –me imagino– era la
sensación de expectativa. El nerviosismo de que no sabías qué era lo que iba a
pasar después, el descubrimiento. Dedica un tiempo a renovar eso: salgan a
caminar a un parque, a tomar un helado, a bailar juntos, a estar los dos
juntos, solos, sin hijos.
Una GRAN relación requiere un
GRAN tiempo
Dedícale
tiempo a tu esposa, no únicamente los últimos minutos del día, cuando ambos ya
están cansados. Reserva tiempo para la intimidad y el amor como un aspecto
esencial en tu agenda, independientemente de la vida acelerada que llevemos. No
hablo de que “todos los viernes a tal hora, tenemos que tener un momento romántico”:
no somos máquinas programables. Pero ambos planeen salidas, que pueden ser
sencillas, con el enfoque de dedicar tiempo a nuestra esposa, lo cual es vital
para que nuestra relación se mantenga sana.
Tengo
para mí que la sexualidad desenfrenada, sin límites, en búsqueda constante de
nuevos horizontes, por lo general lleva al hastío, la perversión o la vacuidad.
Una relación marital, en cambio, que sea una constante muestra de amor y que
tenga por objetivo no la autosatisfacción, sino el hacer feliz a nuestra
pareja, es algo que nos ennoblece como seres humanos, fortalece el matrimonio y
hace de la vida una delicia constante. Y tú, ¿estás de acuerdo conmigo?
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